Incontables son los personajes que ha interpretado la actriz
Gabriela Toscano a lo largo de su carrera, y este año está deleitando a los
televidentes de las noches de Canal 13 con un nuevo personaje: Susan Fox (Susan
Cordero), una ex modelo cuya carrera se vio terminada por haber entablado una
fiel relación con la fiesta y el descontrol.
Usted señor lector, seguramente tenga en claro que estas cuestiones afectan a la imagen de toda figura pública y que a la larga trae resultados poco simpáticos. Esto fue de lo que Susan no se percató y hoy en día está como está: sola, sin un peso partido al medio, sin capacidad de proyectar a futuro, frustrada y sin ambiciones reales y de las buenas.
Usted señor lector, seguramente tenga en claro que estas cuestiones afectan a la imagen de toda figura pública y que a la larga trae resultados poco simpáticos. Esto fue de lo que Susan no se percató y hoy en día está como está: sola, sin un peso partido al medio, sin capacidad de proyectar a futuro, frustrada y sin ambiciones reales y de las buenas.
No me voy a centrar en ese famoso “destape” del que todos hablan
—que se vio por parte de Gabriela en las primeras escenas— y que dejó
boquiabierto frente a la pantalla a más de uno, porque sé que la belleza natural de la actriz siempre se mantuvo
intacta. Me interesa más hablar de otra cosa.
Tras ver los primeros capítulos y leer los comentarios en las
redes, me fascina el hecho de que Toscano interprete un personaje tan jugado y
que lo encare de la manera en la que lo está haciendo. No me sorprende el
impacto positivo que genera en el público, puesto que este trabajo bien logrado
es el resultado de una extensa trayectoria sumada a un importante monto de
talento.
En un primer momento, todo desemboca en la risa. Las
puteadas dichas con ganas, los gritos expuestos sin preámbulos, el desfile caótico,
la botella de champagne en una mano y el pucho en la otra, y el “—QUIERO MI
CASSETTE” después de gritarle al pelado López… En fin, todo, pero todo, me
parece genialmente gracioso.
Sin embargo, luego de unos días, me ocurre algo
extraño. Algo impensado, inesperado. Veo
que alguien sube a Instagram una escena en la que Susan camina ebria. La risa
desaparece. Ocurre que ya no la veo caminar tambaleando porque está borracha.
La siento caminar como quien no tiene rumbo y cuyo paso está marcado por la
indecisión de no saber qué hacer. De un segundo para el otro hago un click.
Siento que existe algo detrás de esa imagen que todos vemos de Susan. Comienza
a nacerme una idea un tanto abstracta que promete ir tomando forma de a poco en
mi cabeza y que finalmente me invita a reflexionar. Es en ese momento cuando
entra en juego algo que la reconocida actriz dijo en la nota que le hizo
Catalina Dlugi durante su programa de radio, una frase que escuché y me hace un
eco en la cabeza mientras escribo: “—Hay algo que en lo humano es complejo y
eso es lo que yo quiero transmitir en la actuación.” No creo que ninguno de
nosotros, los mortales, tengamos las facultades necesarias para definir ese
“algo complejo” del que habla Toscano, justamente porque es tan complejo que no
puede explicarse. Siento que es una especie de materia invisible que todos
llevamos en nuestro interior y que se desdibuja cada vez más, adentrándose en
una incomprensión absoluta. Pero sí intento descifrar una pequeña parte de ese
“algo complejo” que nos regala a través de Susan.
Entonces me niego a aceptar que Susan no sea más que una
persona frustrada que, inmersa en un mundo de alcohol y vicios, mete la pata y
hace papelones. Me niego a aceptar que no exista un ser sensible detrás de esa
mujer que no termina una oración si en la misma no dice alguna puteada, como si
el mundo tuviese la culpa de su situación. Me niego a aceptar que, aunque
quiera volver con un millonario que le prometía una vida resuelta, no haya un
mínimo deseo de querer de verdad y sentirse querida. Creo que detrás de toda
esa imagen de una mujer que cree que puede llevarse la vida por delante por
haber sido tapa de treinta y tres revistas, se refugia una Susan indefensa que
lo único que hace es pedir ayuda desesperadamente en silencio para emerger de
nuevo.
Es que, señor lector, no puede ser que seamos simplemente lo que los demás ven. No. Tiene que haber algo más. Estoy segura de que hay algo más. Por eso lo invito a ver Quiero Vivir a Tu Lado y a conocer a Susan, y a darse cuenta de que hay algo más detrás de esa ex modelo que vive ebria y se encuentra tan a la deriva. Porque Susan nos enseña que no siempre somos lo que hacemos. Somos lo que sentimos, somos lo que podemos. Pero, por sobre todas las cosas, algunos en mayor medida que en otra, somos una consecuencia de todo eso que no pudo ser.
Por Brenda Raso
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