Crítica gastronómica a restaurantes de Esteban Echeverría para responder a la clásica pregunta que nos aparece cuando
queremos disfrutar de una salida, ya sea con amigos o con la familia: ¿a dónde salimos a comer? En nuestro municipio hay variedad de
locales de comida rápida y restaurants.
En esta ocasión les voy a comentar mi
experiencia sobre un restorán en particular, el cual ha sido nombrado
popularmente en este último tiempo.
EL FARO
Este restaurant, fundando hace ya mucho
tiempo, está ubicado en el corazón de Monte Grande. Con una fachada antigua,
lleva varios años siendo un lugar muy reconocido por los habitantes de la zona.
En cuanto a la atención, el lugar es
agradable. La gran cantidad de mozos es sorprendente. En mi experiencia, me ha
tocado uno muy cordial. La mesa que me han dado está cerca de la escalera que
nos lleva al baño, lo cual me hace notar que no cuenta con baños para discapacitados,
un punto muy importante.
El mozo acerca la carta muy amablemente.
Cuando la abro me encuentro con una sorpresa: allí nadie hubiese querido
encontrar un pequeño insecto aplastado por las hojas de aquel libro. Una
¡MOSCA! Sí, señor. La quito con cuidado y sigo buscando mi plato para degustar.
Me deleito con un Lomo al champiñón y un
agua sin gas. Le devuelvo la carta al mozo y él toma mi pedido. Luego se acerca
a la mesa y me trae pan con un olor un poco rancio y una especie de salsa para
untar la cual pruebo y me doy cuenta que es solo MAYONESA con hierbas
aromáticas (reemplazando un riquísimo queso untable para abaratar costos, obviamente), deberían descontarlo del precio.
Luego me dirijo al baño, subo la escalera
sumamente empinada, llegando con mi último aire me dirijo a la primera puerta
con un agradecido cartel que me indica que es el baño de damas, ¡GRACIAS! Entro y siento un
olor nada agradable, los pisos sucios, las paredes ni hablar. Apenas cerraba la
puerta, el tacho repleto de papeles, casi impredecible que.. ¡NO HAY PAPEL! El
gran espejo sucio, no hay jabón y para mi sorpresa un ínfimo hilito de agua
casi inexistente…
Después de tanta decepción vuelvo a mi mesa
con la sorpresa de que mi plato estaba llegando, el camarero me acomoda el plato,
me sirve agua en mi copa y se despide gratamente. Me dirijo a mi plato con la
mirada y mi primera impresión es: qué enorme cantidad de comida. De hecho me pregunté: ¿cómo hago para comer todo
esto?
Bien sigamos, mis cubiertos están mal fajinadas
un detalle que hace la diferencia. Corto mi primer bocado de carne que
precisamente no parece lomo por el tamaño que tiene y la textura quizás sea un
churrasco de cuadril.
SORPRESA… No es lomo ni siquiera se
distingue el corte de carne, está en un punto entre cocido y seco. SUMERGIDO en una pileta de salsa
de crema y champiñones con una cantidad increíble de papas noisette. Este plato
es sumamente abundante, sin ningún tipo de estética. Imagino que está recalentado por el sabor
y el tiempo que tardó en cocinarse. Imposible de terminar. Pido la cuenta, el costo es un poco alto para el servicio que brindan. Pago y me retiro del lugar
sigo sosteniendo que el mozo fue muy amable conmigo, ¡un punto a favor!
Sin más detalles en la comida, agrego que
al lugar le falta un espacio para niños ya que a las familias se les hace
imposible comer y entrener a sus hijos al mismo tiempo.
Otros puntos a favor: tienen un espacio
al aire libre, y está muy bien ubicado (Vicente López y Rojas).
LOS SALUDO ATENTAMENTE
Por Chef Jessica Wagner
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