El Teatro Galpón de Diablomundo se fundó en el año 1988 y se encuentra ubicado en Almirante Brown 3589, en la localidad de Temperley. Enrique Pagella, quien está gestionando el espacio actualmente me contó: "—El espacio fue fundado por el mítico grupo de teatro Diablomundo, integrado por Carlos Uriona, Roberto Uriona, Miriam González, Perla Logarzo y Marcelo Frasca, entre otros, con la finalidad de tener una sala para producir y programar sus propios espectáculos. A fines de los 90, siguieron al frente del espacio Roberto Uriona, Miriam González y Ariel Calvis. A partir del 2010, nos hacemos cargo de la gestión del espacio lo que actualmente lo llevamos adelante, con una política distinta en cuanto al perfil de la sala. En primera instancia, Mariela Rocco y Leila Kancepolsky lograron que el espacio no cerrara a pesar de la grave situación económica que atravesaba. En una segunda instancia Leila Kancepolsky y yo, pudimos renovar íntegramente la infraestructura del espacio."
El espacio cuenta con un hall, una barra que abre cuando hay funciones para ofrecer a los espectadores variedad de comidas y bebidas, estando este lugar equipado con mesas y sillas. También hay dos baños y se cuenta con aire acondicionado. La sala, por su parte, tiene un espacio escénico de 9x8 metros y gradería para albergar 90 espectadores sentados.
En cuanto a la escuela de arte, Enrique comenta que se dictan talleres de teatro para niños, pre-adolescentes, adolescentes, adultos nivel inicial y adultos nivel intermedio; también de danza contemporánea, nivel inicial e intermedio/avanzado; yoga iyengar y ashtanga; clown nivel inicial y nivel intermedio avanzado; hay clases de tango y milonga; seminario de dramaturgia y taller literario; acro yoga y contacto improvisación. Él asegura que las áreas más fuertes son las de teatro y danzas.
Cuando le pregunto a Enrique sobre Diablomundo como compañía teatral, me responde que ellos son"un colectivo de artistas". Dice: "—Nuestro colectivo está formado por actores, escritores,
bailarinas y músicos que desarrollan en el espacio proyectos personales o
confluyen en proyectos grupales, ejemplo de ello es la obra de teatro
Lab&Rinto producida, escrita, dirigida por muchos de los integrantes del
colectivo, actuación y dramaturgia, Claudia Turdo y Enrique Pagella, Rosimari
Jacomelli, dirección y dramaturgia, Lucas Perez, música original y técnica,
Juliana Adamo, técnica, Leila Kancepolsky, diseño de vestuario."
Pagella me aporta el dato de que la zona sur del conurbano bonaerense es la cuarta en el país en densidad de salas de teatro independientes y que en las últimas diez Fiestas de Teatro Independiente de la provincia se seleccionaron obras gestadas en Lomas de Zamora. Cree que todo esto es producto de una calidad proveniente de una constante actividad de los espacios teatrales de la zona, ya sea con la producción de espectáculos como con los talleres de formación que se brindan.
Enrique sostiene que "se puede vivir de la actividad teatral independiente. Es difícil. Jamás sobran los recursos. Hay que producir con nada. Hay que difundir la actividad sin presupuesto. Esto te obliga a pensar muy bien cada propuesta, a ser lo más creativo que puedas, a tener una voluntad de hierro y a trabajar mucho pero mucho más de lo que puede imaginar aquel que desconoce el ámbito. Y se vive, claro, como lo hacen cientos de miles de teatreros a lo largo y ancho del país. La actividad teatral independiente en Argentina es importante. Es un fenómeno que no se da con tanta intensidad en muchos otros lugares del mundo. Por algo tenemos un Instituto Nacional del Teatro que subsidia el funcionamiento de miles de salas y de miles de producciones independientes."
Ante mi pregunta final de qué es para ellos el teatro, Pagella responde: "—El teatro para nosotros no solo es una actividad artística integral sino también un acto cotidiano de resistencia micropolítica. No se trata, que quede claro, de hacer un arte político, no, se trata de buscar nuevas formas, nuevos cómos, que iluminen desde otras perspectivas las cuestiones vitales, medulares, de nuestra cultura, sin la tiranía estética que impone a cualquier actividad artística los estándares productivos de los circuitos comerciales. Resistir micropolíticamente significa hacer de un modo distinto, relacionarnos con los alumnos, con el espectador, con los temas y con las formas de otra manera, y sostenerlo. Es allí donde se da la lucha, en la dificultades que plantea el sistema para hacer las cosas de otra manera."
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